Disfrazarse de majadero

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Usted es un artista. En concreto, un payaso. Pero no uno cualquiera, por lo que intuyo sólo con verlo, sino seguro que uno de renombre. Apuesto lo poco que tengo a que es usted el último eslabón de una dinastía célebre de payasos de circo. De esos que recorrían el mundo entero, con la carpa a cuestas, y recogían aplausos enfervorizados de los niños de Nueva York, de París, de Londres, de Buenos Aires, de cualquier lugar en el que se precisare una ráfaga de ilusión.

Estoy convencido de que usted conoce mejor que nadie la psicología humana, sus más recónditos anhelos y frustraciones, sus alegrías, sus tristezas, el color de sus sueños, el amargor de sus decepciones. Y sabe lo que hay que hacer para que unas y otras se fundan en la sonrisa limpia y regeneradora que usted alumbra casi sin saber cómo, acaso con su sola mirada.

Usted es un hilo de luz de un pasado que se extingue. Quedan muy pocos ya como usted.

Quizá por todo eso me duela algo comentarle que he decidido unirme a la legión de joviales conciudadanos que cada fin de semana imitan su arte por las calles de nuestro país. No crea que es un acto del todo voluntario; lo hago casi obligado. Pero no puedo negarme. Verá, mi mejor amigo se casa en un par de semanas. Y, encima, su futura esposa es casualmente la hermana de mi novia. Como verá, un cuarteto bien avenido. El caso es que mi chica se ha empeñado en que nos encarguemos nosotros dos de organizar sendas celebraciones de despedida de solteros que sean la envidia del mundo entero. Por todo lo alto. Que no nos falte de nada, ha dicho literalmente. 

Ya tenemos casi todo atado. Hemos comprado los billetes de tren a Málaga y a Valencia para las respectivas pandillas, reservados los restaurantes temáticos donde cenaremos, y adquiridas las entradas para las macrodiscos de después. Por mi parte, y sin que se entere Laura, he contratado también los servicios de dos strips girls que nos ofrecerán un interesante espectáculo en las habitaciones del hotel (por cierto, no sé con quién estaría hablando esta mañana mi novia, que ha colgado el móvil al verme, con cara de “me pilló”. Espero que no fuera con unos strip-boys).

Lo que nos falta por cerrar es el asunto de los disfraces. Hemos estado mirando en un par de páginas web y hay tanta variedad que nos estamos volviendo locos. Como no acabamos de decidirnos, creo que los acabaremos eligiendo al azar, entre los que tenemos seleccionados en dos listas. En la de disfraces para hombres hemos apuntado el del señor Potato, el de Pikachu, el de Puigdemont esposado, el de Freddy Kruger, el de enanito de Blancanieves rijoso, el de jinete del apocalipsis, uno de Indiana Jones que lleva incorporado un dinosaurio hinchable, y el de paquete escrotal de watusi, que es la hostia.

Para chica, nos han gustado el de novia zombie, el de ratoncita albina, el de monja clarisa cismática, los de mujer-pulpo, mujer-tarántula y mujer-bogavante, el de Dora la exploradora, el de Greta Thunberg riéndose y, por último, el de Barbie-sado, que a Laura le ha encantado.

La verdad es que, sea con unos disfraces o con otros, va a ser glorioso lo de andar paseándonos nueve tíos y nueve tías por las calles de dos ciudades, todo el día y toda la noche, haciendo el bobo y riéndonos sin parar. Yo no tenía ninguna intención de pasar en el futuro por el altar, pero con todo esto hasta me están entrando ganas.

Lo único, lo que antes le decía. Que quizá sí que sea un poco de competencia desleal hacia profesionales serios como usted. Y, claro, si sólo fuéramos nosotros, no sería tan grave. Pero en Málaga, por ejemplo, me han dicho que las calles del casco antiguo están los sábados por la noche hasta arriba de grupetes majos como los nuestros. Que vestidos de civil van la minoría.

En fin, si a usted no le importa…

¿Qué? ¿Cómo? ¿Que si le estoy vacilando o es que soy tonto? ¿Que el payaso será mi padre? ¿Qué usted sólo se estaba probando el disfraz de Charlie Rivel, para la juerga que se va a correr con sus amigotes la noche anterior a la celebración de sus bodas de plata nupciales? ¿Y que mejor que mi novia y sus amigas no elijan el disfraz de Barbie-sado, porque es el que se van a poner su santa y compañía?

Vale, no se lo tome así. No sabía yo que esto de los disfraces ocurrentes estaba tan extendido. Pero que conste que a usted el de payaso le queda que ni pintado, eh. Dicho sea sin ningún ánimo peyorativo.

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