Nació en Madrid, durante un verano en el que la canción más escuchada era La Yenka. El autor, que es consciente de la trascendencia del período neonatal para la futura salud mental, siempre ha temido que tan malhadada circunstancia pudiera haberle acarreado aciagas consecuencias, aunque se consuela pensando que pocos meses antes Bob Dylan había publicado Highway 61 Revisited y que quizá en la radio de su casa lo que sonara fuera Like a Rolling Stone. Nunca quisieron sacarle de dudas.
Durante ese año, pasaron otras muchas cosas por primera vez: tropas estadounidenses llegando a Vietnam, un hombre paseando por el espacio, una transmisión de televisión por satélite y los Beatles actuando en España. En este caso, fue la primera y la última. Para compensar las nuevas altas en el censo humano, se despidieron de este mundo Winston Churchill, T.S. Eliot, Le Corbusier y Stan Laurel, por mencionar algunos ejemplos destacados.
Aunque no quiera reconocerlo, el autor siempre estuvo convencido de que de mayor sería escritor, ya que para estrella del fútbol pronto supo que no había mimbres. Así que se pasó la infancia y la juventud leyendo todo lo que caía en sus manos, desde los tebeos de Ibáñez y las novelas de Julio Verne, hasta las obras de Boris Vian, Franz Kafka y Scott Fitzgerald, estas últimas algo más tarde. Pero cuando llegó el momento de tomar una decisión definitiva, le entró la aprensión de convertirse en un escritor sin lectores, lo que le llevó a alterar mínimamente sus proyectos y ponerse a estudiar algo tan prosaico como Derecho. En realidad, pensó que siendo abogado alguien acabaría leyendo lo que escribiese, y acertó. Varias generaciones de jueces se han visto obligadas a hacerlo.
Entre tanto, y en pequeñas dosis, el autor realizó algunas incursiones en otros géneros: poesía, cuento, novela. Algunos de esos textos acabaron siendo impresos y otros pasaron a convivir amigablemente en un cajón, tan felices.
Como al autor le gusta probar un poco de todo, en fecha reciente tuvo la ocurrencia de ponerse a escribir ahora algo que no sería ficción ni dejaría de serlo. Por ejemplo, los textos de este blog.
El autor se llama Jesús Mateos y no es el individuo de la fotografía. Pero no crean que difiere demasiado.
Suscríbete para estar informado de las próximas publicaciones.